Entre lo cotidiano y lo inesperado
En estos días, me he puesto a analizar qué debemos hacer para poder ese vaivén que se nos presenta cada día; ese que gira descontrolado entre las cosas cotidianas, las que hacemos como robots, esas que nos llevan a cuestionarnos sobre lo que queremos y debemos. No es novedad que, nos embotamos en los quehaceres cotidianos, dejando de lado lo que nos apasiona, lo que queremos hacer por nosotros y para nosotros, eso que nos llena de gozo y, que en muchas ocasiones, ni siquiera sabemos que es.
En el devenir diario, levantarse, hacer las labores que "debemos", "tenemos", más no aquellas que nos brindan un espacio de reflexión ante la situación que nos encontramos en estos momentos. Sería de gran ayuda poder identificar eso que podemos hacer en un tiempo, que solo sería para nosotros; tal vez leer, escribir, jugar, saltar, gritar a todo pulmón, pero hacerlo.
Sentir como nuestro cuerpo se deja llevar por una danza sin fin, movimientos inconscientes, dejarnos llevar por esos simples movimientos que a ojos cerrados nos llevan a un estado de conciencia, creando ese vínculo con nuestro interior, con eso que queremos dejar que brote de manera natural, sin pensarlo, sin ajustarlo, simplemente dejándonos llevar. Y entonces nos daríamos cuenta de que tenemos muchas sensaciones atrapadas en nuestro cuerpo retraído, rígido, ausente de planeación, seríamos entonces, auténticos.
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