Las culpas no eran mías
No estoy queriendo decir, y que, quede muy claro, que nada era mi culpa, como diciendo que los demás la tenían, jamás. Fue muy intenso, estar sentada frente al psicólogo, tratando de ser lo más honesta, de lo contrario no funciona. Llegué, vulnerable, dejando que mi estancia, la que fue por entera determinación mía, sacara de mí, todo lo que estaba dispuesta a sacar de mente, de mi corazón, de mi alma, de mi cuerpo, todos ellos rotos, lastimados, lacerados. Nunca vi venir, que tenía tantas bellezas en todos y cada uno de ellos.