Desde la mirada encontrada
Acaso pudiera explicar, este sentimiento extraño. No es más que, esa sensación de tranquilidad, de saber que, a pesar de todo, puedo mantenerme en pie.
Antes, solo mi mente se llenaba de emociones funestas, llegadas de no sé donde, que me invitaban a derrumbarme, solo sentía que no podía arreglar nada, pues nada tenía sentido para mí. todo álgido, todo en estado de shock constante. Los problemas eran en ocasiones, lo más estúpido, lo hacía más grande, más denso, pesado, me dejaba caer en las garras expertas de la desgracia y no estoy siendo exagerada; era exagerada, era impulsiva, era egoísta, pero no de ese egoísmo que se entiende por pensar primero en uno y si queda tiempo en uno, de haber sido ese, tal vez me comportaría de manera diferente, no, era ese egoísmo de querer atesorar mis piedras, pensando que, solo yo podía cargarlas y peor, ni por asomo, pensaba que no debía ni cargarlas, puesto que no solo no eran piedras, eran recursos.
Trato ahora de entender cómo explicar que son los recursos, cómo armar esta triada de descubrimientos, esto que he adquirido, desde que me encontré con esa otra mirada, esa otra que me dice que soy yo, pero esa otra yo, que apenas estoy reconociendo. Quiero saber cómo explicar que, mis dolores, se transformaban en cólicos, que mi eterna gastritis que, luego fue reflujo, hasta llegar a hernia hiatal, seguida de su respectiva cirugía; tres pequeños hoyuelos, tres marcas, tres cicatrices.
Era tanta mi frustración de mi vida, de la vida, de todo lo que no entendía, saber que mis hijos en aparente abandono, que mi supuesta vida desenfrenada, desquiciada , incluso vomitada en un libro. No era el libro, ese que escribí para tratar de dar sentido a mi vida, ese, solo fue un de tantos escritos, hay muchos donde aflora esa recurrente necesidad de entendimiento, de razonamiento, de auxilio ahogado y nunca respondido.
Quiero sacar de todo eso, las preguntas y poner las respuestas. Si entendí bien, nadie es culpable de lo que sucede con nuestra historia de vida, no por que nos hagamos los irresponsables, de hecho, cuando uno se hace responsable de sus acciones, de sus sentimientos, de su vida, es cuando logramos entender, que no es culpa de nadie.
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