Armando y desarmando

No cabe la menor duda, que este asunto de querer desarmarme, de renombrar, actualizarme y recodificarme, no ha sido el proceso más sencillo. Claro está, que, de haberlo y de ser así, no tendría chiste en nada. Ese pode hurgar en situaciones que yo sentía que eran problemáticas y entender que ahora o tal vez nunca lo fueron. Puede que, solo no entendía que no me correspondían, a la vez que, no podía yo cargar con esas culpas.

La culpa, el mayor de mis problemas, según yo, en mi cabeza pensaba que no quería hacer nada de lo que habían hecho mis padres, mi comadre, mis abuelos; sin embargo, no dejo de reconocer que en el momento  que mis memorias, esas que se entretejen de manera extraordinaria, dejando a su paso ese velo de historia, mí historia, la que yo quiero tomar y entrelazar a mí parecer y bajo mis reglas y términos.

En nuestra memoria guardamos todo, pero, no todo es nuestro. Existen aquellas memorias que nos pertenecen puesto que son las que vivimos, las que nos dejaron una huella indeleble o palpable; están las que nos platican, esas que también forman parte de nuestra historia y que corresponden a esas vivencias que en muchas ocasiones, las queremos hacer nuestras aunque sean de manera inconsciente, suponemos que, por ser parte de la historia familiar, debemos de acatarlas y justificarlas de facto, cuando no debe ser así, No obstante, el hecho de desentrañar todas esa piezas y determinar cuales son nuestras y cuales no, tarea que, no indica y aclaro, que se desaparezcan, tampoco podemos, son nuestras herramientas de vida, nuestras bases y pilares que nos van a sostener, cuando sepamos que historia queremos tener. 

Hace unos días me preguntaba si estaba aterrizando de manera correcta este compendio, un ensayo que deberá cubrir varias expectativas, pero como decía Fernández Saldaña; ponerse expectativas, a menudo no solo perdemos lo bello del trayecto y nos enfocamos en la meta, corremos el riesgo de perdernos y claudicar en el intento. No por carecer de meta objetiva, es por el hecho de no ir disfrutando de vista que nos da el trayecto hacia nuestro destino. 

Parece que del mismo modo se va manifestando ese entender de la memoria del cuerpo. En la medida que vamos reseteando poco a poco, descubriendo nuevas reacciones corporales, acciones que nos dan un pequeño o gran respingo, entonces, no detenemos y sacamos de nuestro repertorio de aprendizajes, que es lo que no está queriendo decir. 

Hace unos días, tuve una fuerte inflamación del vientre, seguida de los clásicos y olvidados dolores, la punzada, intensa, clavada, focalizada; me dije: ¿Qué comiste que te ha caído mal?, mi mente se enfoco, mi cuerpo me estaba diciendo algo y no era menor, puesto que hablar de lo que miles de personas hablan: tengo colitis nerviosa, colon irritable, en automático lo asociamos con emociones, con estados de sufrimiento y angustia. Mi pensar primero, fue ir descartando. Me hice mis rigurosos lavados o enemas y se abrió el panorama, seguí con el escalón que tocaba, ver que podía haber ingerido que me causara irritación; fue un pollo rostizado, feo y mal preparado, que seguramente no volveré a comerlo, por lo menos no ese. 

El cuerpo habla de las maneras más increíbles, desata un torrente de emociones que debemos determinar para poder canalizar. Manejar esos límites desde donde nos queremos mover fuera de esa burbuja, no por querer no involucrarnos, si así lo decidimos, está bien, si queremos hacerlo, está bien, pero los límites los ponemos nosotros, no los demás. 

Me cuestiono de muchas cosas, mi mente se ha ido acostumbrado a observar, escuchar, analizar; no a ver y oír, salvo que el interés sea solo hacer que me importa, cando en realidad me vale madres, y tampoco es malo, nos permite saber hasta donde queremos mover nuestros limites de absorber situaciones que no nos importan o no nos corresponden resolver, puesto, no son nuestras. 

Es ocuparse, no preocuparse. 

Como voy a ocuparme de otras partes, mientras digiero el pollo mal hecho que me causó cólico como hacía muchos años, creo que desde que dejé de trabajar, que horrible sentir y darte cuenta que no puedes darte un tiempo para ti, que solo es trabajo, trabajo y más trabajo. No todo es dejar la vida y descuidar tu cabeza en trabajar, sé que el bendito dinero es muy necesario, pero, sin equilibrio en nuestro interior somos robots que nos manejan a voluntad; la contaminación se hace extensiva, ambiente laboral, tener mucho tiempo sin hacer nada y ponerse a chismorrear, absorbiendo miles de energías que no debemos, mal comer, estresarse, odiar y resentir todo, hasta nuestra propia existencia. En esos tiempos, yo no sabía como manejar todo eso que me bombardeaba incontroladamente, no tenía salvo mi pilar que me sostenía a pesar de todo, de ese único pilar que, erróneamente, pensé que tenía, Mis fugas lo fueron siempre, el leer, escribir, escuchar música. Solo me dejaba imbuir en ese marasmo del cual, podría no haber salido nunca. 

Pero no siempre se tiene la posibilidad de buscar tiempo para uno, muchas personas, aparte del trabajo, llegan a casa a tratar de educar, seguir trabajando, preparar alimentos, medio sobrevivir, creo yo, que al vida vale más que eso, vale más que incluso, hacer las cosas en equipo, buscar ese tiempo de calidad, más que de cantidad, para estar en equilibrio, de lo contrario, las enfermedades llegan en parvadas, manadas, hordas, jaurías; según se sienta y nos destrozan. 

"La vida no tiene que ser fácil, tiene que ser vivida. Algunas veces dura, pero en cada subida y bajada, aprendemos las lecciones y nos hacen más fuertes"

   







 



  

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