Apropósito de las verdades a medias
¿Quién ha sentido, que no dice toda la verdad y le duele decirla?
Es más común de lo que pensamos. Quedarnos con detalles que no terminan de contar toda la verdad que queremos decir. Las causas son muchas; miedo, inseguridad, descaro, que sé yo. El problema es, cuando esas verdades a medias, se vuelven nuestras verdades completas, enredamos de manera descarada y a conciencia, para poder llegar a manipular lo que esperamos de los demás.
He vivido en carne propia, las mentiras que según, no son consientes, que puede que sean un mecanismo de defensa, para desde la perspectiva del que las dice, sea una máscara que lo proteja del inquisidor cuestionamiento. Decirlas forma parte de su vida, las expulsa cual vómito, para no dejar entrever su verdad, su esencia, su interior fracturado y vacío.
Me he cuestionado tantas veces, la razón de sus mentiras. Tal vez, son herencia dejada de una anterior mentirosa profesional, pero, ahora, después de mucho trabajar en ello, he descubierto que no es que mintiera por justificación, era, por inseguridad.
Pensaba que hacia lo correcto, que hacia lo mejor que podía, puede, que no fuera la forma, que no fuese correcto, embaucarnos al grado de dudar de nosotros mismos, de sentirnos que éramos mierda.
Sí, es duro afrontar nuestras verdades, descubrir el origen de las mismas, definir si son nuestras o, son de otros, que implantadas en nuestra memoria, se quedan como verdades.
Mucho tiempo viví pensando que era nada, que tenía tantos errores y había cometido tantas barbaridades que, mi interior no valía nada. Al mismo tiempo, sabía que, tenía muchas virtudes y sentía que era buena persona, que podía culpar a muchas personas de todo lo que me había pasado en la vida; pero, hoy, entiendo que esos supuestos errores, son herramientas, son aprendizajes. Que los puedo utilizar cada vez que me enfrente a mis propias verdades, a las verdades de los demás, a las mentiras que me aturden, queriéndome devorar y desequilibrar.
Un día, me di cuenta que mi hijo me estaba llevando a la histeria, no era la primera vez, ya le había pasado muchas. Pero no era ahora el preocuparme por sus verdades o sus mentiras, eso, solo él sabe de que lado están, lo que necesitaba era yo, entender hacia dónde debía dirigirme, qué era lo que yo quería de mí, que necesitaba, cuáles eran mis necesidades y cómo usar mis herramientas.
Y todo eso, para descubrir el ¿Para qué?
Entonces, decidí, dejar de culpar, dejar de sentirme culpable, pensar que era mi causa, ser como soy, o como era. Descubrir como quiero ser yo, ahora, no como era antes. Decidir hacia donde quiero ir, determinar quien quiero ser por mi misma y para mí, nada más.
Es fácil mentir, el problema es que nos engañamos a nosotros mismos y, entonces, dejamos de ser quien realmente debemos ser o queremos ser.
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