El diario de mi cuerpo (parte 1)

He comenzado por entender, este extraño entramado que comparte mi cuerpo. Este, que se da, desde la obscura caverna de lo emocional a lo físico, de lo evocador a lo mental. Es increíble como el cuerpo está conectado de tal manera que, cualquier sentimiento que tenemos nos afecta en el perfecto cuerpo humano. 

Hace tiempo, comencé una terapia neural, en esta básicamente lo que hacen es resetearte, hacer que tus células nervosas se vuelvan a conectar logrando así un equilibrio que te perite, no solo restaurar las conexiones con tus viejas y nuevas cicatrices, esas que, de una manera increíble, se conectan con todo tu organismo.

Me sucedió con muchos de esos piquetes de procaína, que me inyectaban en ciertas cicatrices; primero cuando llegué, con mi radiografía panorámica de la boca,  sin entender a bien para que la utilizaría. Mi amiga Erika, muchas ocasiones me había dicho que fuera, pero yo o por falta de interés o por no preguntar, nunca fui. Mucho tiempo después, un día que nos vimos, nos explico vagamente de lo que se trataba. 

La experiencia la primera vez que acudí, pues fui yo primero, fue de asombro más que el hecho de sentir como se generaban en mi cuerpo esas sensaciones; pequeños piquetes que en realidad no se sienten, lo que se percibe de manera descomunal, al principio, son calambres, desde intensos hasta pequeños piquetes que te recorren en lugares remotos alejados del lugar donde me habían puesto el piquete.

Si puedo describir esto es, como ver un embotellamiento en el tráfico en una ruta por la cual no vas circulando. Los primeros que fueron en la boca, la sensación incómoda pero no para sentir que quería salir corriendo de ahí. luego se fue al ombligo, la lógica posterior indica que es la primera cicatriz que tenemos después de nacer. Lo interesante de esto, es, que de alguna manera el cuerpo tiene memoria, se entrelazan las vivencias, del pasado, del presente próximo y hacen chiras pelas.

Cuando acudí esa primera cita, como todo médico, te hace un archivo de todo lo que recuerdes que te haya pasado en la vida; caídas, golpes, accidentes, enumeras las cicatrices visibles y las que no recuerdas, mágicamente van saliendo y, entonces recuerdas de donde o en que momento pudieron haber sucedido. 

Pero lo que más me ha llenado de asombro, son las cicatrices emocionales, las emotivas, las estresantes y dolorosas, esas que en apariencia físicamente, no las vemos, solo las activamos cuando empezamos a resetear de nuevo ese chip llamado matriz neural.

Somos tan escépticos los seres humanos, pocas veces entendemos que las reacciones que emitimos, las que son el producto de un enojo, preocupación, viejo trauma, asuntos sin resolver en la familia o con uno mismo, dan por resultado invariablemente, la descompostura de nuestro cuerpo. Lo sobrecalentamos con medicamentos, con cirugías innecesarias, tratamientos que se pueden resumir en una sencilla cosa, salud mental. 

Ese día estaba en una crisis con uno de mis hijos, el más grande, tenía el estado de animo muy alterado, pero eso, no era novedad ni tampoco de poco tiempo, lloré, me desahogue un poco, le fui contando lo que recordaba, desde lo más pequeña; mis anginas operadas a los cuatro o cinco años, los oídos que se me reventaban causando tanto, dolor, que casi lo equiparaba, con el molesto dolor de las piezas dentales; descubrí que algo he de ver pasado con los tratamientos dentales, que siempre salgo huyendo. 

Pasé por todas las cirugías que tengo, después de las anginas, la de cuando me ligaron las trompas, pero esa fue durante el segundo parto, el de mi hija; recuerdo muy bien que, me decían, "no hay quirófano", me vale, no me interesa donde lo hagan yo salgo de aquí con las trompas ligadas y punto. No tenia mucho tiempo de sobra después de mi incapacidad postnatal, lo tenía muchas opciones. Me la realizaron en el quirófano de cardiología.

Pasé muchos años sin volver a tener alguna cirugía, claro está que debo mencionar una en particular, esa que al tiempo, me ha dado el último de los bloques de tentes; esos que usan los niños para armar figuras de plástico. 

Cuando nació mi hijo, fue un parto de los más tranquilo, aparentemente, en realidad, fue una criatura concebida no en las mejores circunstancias tanto emocionales, mentales y de tiempo y espacio, fue en un vocho viejo pero bien cuidado. En fin, lo desee, según lo planee, lo quería, era mío, según lo que yo había pensado. 

Resulta que mi hijo, sabía que era niño, no sé porqué, pesaba tres kilos con ochocientos gramos, muy grande, por lo que, me tuvieron que realizar una pequeña abertura que va desde la vagina al año, su nombre: episiotomía. Esa fue por decirlo así la primera cicatriz que, seguida de las anginas tuve, solo que olvidé mencionarla en la primera entrevista, tardé muchas sesiones cuando recordé que no la había mencionado.  

Continuando con el interrogatorio, siguieron la histerectomía. resulta que tenía muchos años con dolores muy fuertes y sangrado de muchos días durante mi periodo de menstruación, dolor durante las relaciones sexuales, las que a pesar e todo eran muy frecuentes. Cuando la ginecóloga, nos dijo: "si quieren que le vuelva a conectar las trompas y se puedan embarazar en es momento", sin dudarlo dijimos que no. Antes de que me realizaran la intervención, tuve una muy fuerte infección en vías urinarias, era horrible el ardor al orinar, sangraba y el dolor abdominal intenso.

Después siguió la hernia hiatal. Tenía ya reflujo, y molestia en la boca del estómago o por decirlo mejor en el esófago. Durante mucho tiempo pensé que me daba tos por las noches por el aire de la ventana, nunca las hemos cerrado para nada, ni cuando es invierno. Pero no, era el reflujo amargo que subía por mi garganta. Fue laparoscópica, tres incisiones pequeñas. No como la de la ligadura de trompas que hicieron a lo largo del ombligo hacia la parte baja del pubis, ni la muy estética de la histerectomía, que esta justo en la línea del bikini que nunca usaré.

Después fue que me arreglaron el tabique nasal, simplemente ya no podía respirar bien, tardaron en decidir que me lo enderezaban, mientras me chutaba medicamentos para gripa y sinusitis. 

Luego me vi un tanto vanidosa y me hicieron cirugía laser para dejar de usar anteojos, me duró muy poco el gusto, en realidad, solo los uso para leer o para ver de lejos, nada más, poca cosa ¿no?, por lo menos bajo la graduación considerablemente.     

Entre tanto, después de estas monerías, mis eternos problemas constates, circundaban entre colitis nerviosa, insomnio, que, a la fecha ha sido motivo de mucho problema, me habitué a las pastillas y tal cual, me considero adicta, pero, cuando ingiero unas cervezas o vino tinto u otra cosa, no necesito tomarla, ni el ejercicio que tiene pocos años que comencé, me ha ayudado por completo.

Estreñida, en muchas ocasiones tardaba hasta dos días en obrar y eso con trabajos. siempre con flujo vaginal, molestias en las relaciones sexuales; si a eso le agregamos cambios bruscos de humor, resequedad en la piel, caída de cabello,; resultado de que causalmente, cuando la cirugía de la histerectomía, me detectaron que me funcionaba mal la tiroides, no tengo hipo ni tengo hiper, solo se aloca cuando se le da la gana. 

 

    

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Entre lo físico y lo mental (parte 2)

Lo que la mente dice, el cuerpo responde

Armando y desarmando