El eterno resplandor de una mente con recuerdos

 Me he preguntado, no una, muchas veces, que hago plasmando en este espacio, todo lo que en mi cabeza da vueltas de manera incontrolada. La respuesta es: tan solo pensar, que puedo contribuir. Esa ayudar a quien decida que le puede servir de algo, pensar que ahora, con tan solo un clic, aparecen miles de recetas, miles de accesorios para estar como dicen, mente y cuerpo sano, zapatos, tenis ortopédicos, pastillas y menjurjes maravillosos, cursos y talleres para la mente, pensamiento y cuerpo equilibrados. Me pregunto que tanto de todo eso, es tan valido como para no pensar que este, nuestro cuerpo, el único que tenemos para pasar por este espacio de tiempo en la hermosa tierra; con el que andamos,  el que es nuestra responsabilidad cuidar, para por lo menos aspirar a llegar a una edad decorosa, en las mejores condiciones. 

No en vano y, lo veo con mi madre por ejemplo. Físicamente, no podemos decir que su cajetilla diaria de cigarros la esté llevando al infierno, no le duele nada, a pasar de sus gloriosos ochenta y un años, no tiene otras enfermedades prexistentes, adquiridas, agenciadas por la vida de un adulto llegando al final, por el contrario, su agilidad mental, salvo lo normal, de que en ocasiones se le atore la lengua tratando de decir algo, pero le entendemos, las repeticiones normales que hasta lo jóvenes tienen; pero la realidad, es que es una persona útil. Su problema, ahora, es darse cuenta de ello y no saber por donde o cómo ayudarse. Se siente impotente de estar frente al televisor, cuando, si es lo que desea disfrutar, adelante. Lee mucho, eso la ayuda a agilizar su mente, escucha música, la trasporta a lugares lejanos, recordando viejos tiempos, pero la cuestión es, hasta donde decidimos, o intentamos hacerlo, determinar que lo que queremos hacer en este instante, no ejercer ese DEBO, TENGO, que tanto nos lleva a la mera frustración, al abismo de la tragedia, pensando que las obligaciones, son eso, obligaciones. 

Cuando pensamos, debo de trabajar, tengo que hacerlo o muero de hambre, es válido, es una obligación inherente a la sociedad en que vivimos, haciendo que, mágicamente tengamos esa necesidad de obtener un status, privilegios de sociedad consumista y aferrada a la vida llena de excesos. Pero eso no es malo cuando se disfrutan, cuando nos deleitamos de una buena comida, de un viaje reparador, de ir al gimnasio por el simple hecho de ejercitarnos por salud, no para parecer artistas o modelos. 

Sin desviarme del tema, decía, la señora de ochenta y algo, dice que que debe de moverse, que tiene que hacer algo que no sea estar en la cama viendo televisión. ¿acaso no tendrá derecho de hacer lo que se le da la regalada gana?, si, por su puesto, entonces, intentando indagar el origen de su sentimiento, de esa frustración, llego a pensar que son tantas cosas; antaño, activa hasta más no poder, pero la gente cambia, la edad modifica más no limita; es como cuando conocí a la bellísima Margo Glantz, con noventa y algo, es la mujer más lúcida, activa y, dejando a un lado que es la más prolífica escritora, que podemos presumir, es de una actividad impresionante. Entonces me pregunto, ¿ que necesitamos en la vida para poder ser como queremos ser, sin que en ello se nos vaya la misma vida?.


Mi mente ha divagado desde hace unos meses, más estos días en que me he quedado pensando. La pregunta que me he hecho desde hace mucho, ¿para qué?, estoy en la ruta que me lleva a ese para qué, no es el como, ni el por qué, ni el donde; no es nada que no tenga un significado, es acaso la respuesta a un huero que he tenido, no de hoy, ni de ayer, creo que me ha perseguido, hace mucho. 

Seguiremos en este camino, por lo pronto haré de una página en blanco, lo requisitado para una interesante postulación. Hace días pensaba que, para qué hacerlo si, podría ser que no llegara a nada, así como los muchos concursos que he participado, pero la respuesta a ese para qué, diría mi terapeuta, solo yo puedo saltar esa bardas, solo yo puedo quitarme los miedos y desentrañar mis vacíos. De otra forma, esos siete meses de terapia, se irían al caño y no creo que eso sea lo que yo quiero hacer.   

 






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